Que duda cabe que el intentar constituirse en experto o autoridad sobre drogas es una muestra de total ignorancia en este tema. Mi caso es uno más, por lo que de forma continua intento recopilar información y novedades. Además tampoco podría erigirme como experto pues no lo permiten mis conocimientos médicos, químicos o farmacéuticos. Intentaré ofrecer una visión personal y general del que se ha convertido, muy a pesar nuestro, en uno de los efectos colaterales más devastadores de nuestra sociedad moderna. Por todo ello espero que la divulgación de esta información ayude a despejar alguna incógnita en la materia, sirva de utilidad o guía a alguien y, como no, despierte nuevas interrogantes.
España, tanto tiempo aislada en la primera mitad del siglo pasado de esta problemática, no ha sabido adaptarse a los problemas que acarrean los usos y abusos de las sustancias con las que tenemos que convivir en nuestras calles y familias. Pero no ha sido el único país que ha sufrido sus consecuencias, aunque tradicionalmente estemos a la cola y con unos años de retraso en cualquier materia. Sociedades avanzadas, modernas y democráticas han experimentado también su azote a pesar de haberse creído preparadas para ello, cayendo en fracasos estrepitosos, como podría ser el caso de Holanda.
Los apuntes que voy a realizar no serán todo lo extensos y completos que me gustaría, con indudables lagunas en cuanto a conocimientos, como ya he dicho, pero que pueden ayudar a los amigos y familias que tenemos hijos. El impacto emocional que se recibe al conocer a fondo este submundo, que nadie quiere ver o que simplemente ignora sistemáticamente porque no le afecta, es realmente brutal. Obliga a recapacitar sobre los conocimientos que pensábamos tener y si en verdad debemos permanecer ajenos a esta materia o admitir frivolidades sobre el uso de drogas. La primera vez que ves a una niña de 12 años inyectándose heroína, altercados y agresiones entre familias de todos los estratos sociales, y a diario observas el deterioro físico y mental de jóvenes que recorren kilómetros para consumir, se prostituyen, son capaces de matar y robar; no creo que deje a nadie impasible. Y mientras el honesto traficante, comprador de voluntades y amigo de todos, continúa paseando por nuestras calles.
España, tanto tiempo aislada en la primera mitad del siglo pasado de esta problemática, no ha sabido adaptarse a los problemas que acarrean los usos y abusos de las sustancias con las que tenemos que convivir en nuestras calles y familias. Pero no ha sido el único país que ha sufrido sus consecuencias, aunque tradicionalmente estemos a la cola y con unos años de retraso en cualquier materia. Sociedades avanzadas, modernas y democráticas han experimentado también su azote a pesar de haberse creído preparadas para ello, cayendo en fracasos estrepitosos, como podría ser el caso de Holanda.
Los apuntes que voy a realizar no serán todo lo extensos y completos que me gustaría, con indudables lagunas en cuanto a conocimientos, como ya he dicho, pero que pueden ayudar a los amigos y familias que tenemos hijos. El impacto emocional que se recibe al conocer a fondo este submundo, que nadie quiere ver o que simplemente ignora sistemáticamente porque no le afecta, es realmente brutal. Obliga a recapacitar sobre los conocimientos que pensábamos tener y si en verdad debemos permanecer ajenos a esta materia o admitir frivolidades sobre el uso de drogas. La primera vez que ves a una niña de 12 años inyectándose heroína, altercados y agresiones entre familias de todos los estratos sociales, y a diario observas el deterioro físico y mental de jóvenes que recorren kilómetros para consumir, se prostituyen, son capaces de matar y robar; no creo que deje a nadie impasible. Y mientras el honesto traficante, comprador de voluntades y amigo de todos, continúa paseando por nuestras calles.
Todo tiene un doble uso y no hay que descartarlas (las drogas), pues sin su utilización seguiríamos en los tiempos de las cavernas. Entiendo que aquí, como en todos los demás campos de la acción humana, hay desde el primer momento en que se toma contacto con ellas una alternativa ética: obrar racionalmente, promoviendo aumento en la alegría, disfrute o de forma terapéutica; o bien irracionalmente, promoviendo una conducta irreflexiva. De ahí que sea vicio, mala costumbre que reduce nuestra capacidad de obrar, y no dolencia. Las dolencias pueden establecerse sin que intervenga nuestra voluntad. Pero los vicios no: todo vicio jalona puntualmente una rendición individual. En este punto he de recordar una frase muy importante que me quedó grabada en mis años de estudiante, que presidía la pizarra del aula durante el curso: TODO INFLUYE, SÓLO TÚ DECIDES. Para mí, definición exacta de la libertad inherente a la condición humana. Tampoco hay que olvidar que tras el vicio aparecen las verdaderas dolencias, convirtiéndose lo que antes eran personas, individuos con libre albedrío y poder de decisión, en auténticos enfermos, marionetas incapaces de adaptarse a la convivencia, dependientes de una sustancia, ignorantes de su deterioro físico y mental.
El uso de drogas va aparejado a los albores de la historia. El hombre las ha conocido por experimentación y observación y ha hecho uso de ellas. El opio, la hoja de coca, el cannabis así como otras diversas sustancias naturales con propiedades alucinógenas han sido utilizadas por el hombre primitivo. Su empleo para usos terapéuticos es antiquísimo y ha ido evolucionando con el tiempo hasta hace relativamente pocos años, en los que empezó a conocer las graves consecuencias derivadas del abuso.
El límite entre lo legal e ilegal es cambiante en función de las tolerancias sociales o culturales, por intereses económicos o políticos. Presentar el uso de drogas como enfermedad y delito ha acabado siendo un negocio impresionante. Depende de que las drogas no se distingan por sus propiedades y efectos concretos, sino por pertenecer a categorías fuera del monopolio establecido. Una arbitrariedad tan descomunal sólo puede estimular desorientación y usos irreflexivos.Tras lo arbitrario está la lógica económica de dos mercados permanentes, uno legal y otro ilegal o negro. Salvo raros casos apenas hay productos de mercado blanco capaces de subsistir bajo condiciones de clandestinidad; sin embargo al incluir los más deseables en el mercado negro se aseguran ganancias inmensas para sucedáneos autorizados, mientras crece el margen de beneficio para originales prohibidos.
Sin embargo, la escalada de la droga en la sociedad se ha vuelto irreversible y, desgraciada y constantemente, va en aumento. Casi todos los países aúnan esfuerzos en Convenios Internacionales para luchar contra el tráfico ilícito y combatir el abuso. La solución al problema implica la superación de tres facetas importantes relacionadas entre sí. De una parte la prevención con todo lo que esta palabra conlleva en cuanto a información, formación y educación dirigidas a todos los niveles: infancia, padres, educadores, medios de comunicación social. Estos últimos de hecho deben estar debidamente preparados para evitar las informaciones sensacionalistas y apológicas, tan desacertadas a veces y que tanto daño hacen. De otra parte el tratamiento legal y policial encaminado al menos a disminuir o estabilizar el tráfico ilícito de drogas. Por último la rehabilitación del individuo enganchado en las drogas, marginado de la sociedad que debe recuperarle con medidas sanitarias, no sólo por su condición humana, sino por evitar que pueda ser un foco epidémico para otros.
Un aspecto importante, bajo el punto de vista policial viene concretado por la conexión o relación existente entre la toxicomanía y la criminalidad, relación que surge por la forma de obtener dinero para adquirir drogas legales o ilegales mediante la comisión de todo tipo de delitos y prostitución sin distinción de sexos, edad o condición. Partamos de la base de que la Policía descubre tan sólo el 10% (o incluso menos) del total de la criminalidad existente en esta materia o relacionada con ella. Para una ciudad de tipo medio, y tomando este porcentaje como referencia, se puede estimar que al menos hay 2500 toxicómanos consumiendo diariamente dosis de diferentes drogas. Si estimamos el gasto diario de estas personas en 30 euros, nos da un total de 75.000 euros invertidos. Mensualmente nos darían unos 2.250.000 euros. Y anualmente sólo habría que multiplicar. Estas conclusiones son aterradoras, máxime si tenemos en cuenta que un porcentaje muy pequeño de los consumidores posee medios propios para satisfacer su necesidad, teniendo el resto que delinquir. Si el ensayo lo realizamos a escala nacional nos adentramos en un gran problema social, político y económico muy difícil de abordar.
LA DROGA EN LA SOCIEDAD ACTUAL
Hace unos años la toxicomanía parecía ser un problema que afectaba únicamente a los adultos. En la actualidad ha llegado a ser, si cabe, más frecuente en la población adolescente e infantil, lo que ha dado origen a un problema psicosocial de gran magnitud. Consultas médicas, psiquiatras y psicólogos con un trabajo garantizado de por vida por problemas relacionados con un consumo que las familias no quieren reconocer.
Por toxicomanía o dependencia de las drogas se entiende a tenor de lo dictaminado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), “el estado psíquico y en ocasiones físico resultante de la interacción entre un organismo vivo y un producto psicoactivo que se caracteriza por otras reacciones que comprenden siempre un deseo invencible de tomar la droga, continua o periódicamente, a fin de experimentar de nuevo sus efectos psíquicos y poder evitar el malestar producido por la privación. Este estado puede ir o no, acompañado de tolerancia. Un mismo individuo puede depender de una o varias drogas”.
La dependencia, así entendida, tiene un alcance generalizado y dirigido a toda clase de drogas y a su empleo abusivo. No juzga el alcance de riesgo que resulta como consecuencia del abuso y que repercute en la salud pública. Sus características varían según la droga y la indicación se precisará en cada caso pudiendo tratarse de los tipos morfínico, cocaínico, cannábico, barbitúrico-alcohólico, anfetamínico, alucinógeno, etc. El término droga implica diversas significaciones, de entre las que destacamos la siguiente: “sustancia psicotrópica de origen natural o industrial, con o sin aplicación terapéutica, de la que se hace un empleo inadecuado (o simple uso) con una finalidad no médica”
La drogas como sustancia, una vez introducida en el cuerpo por cualquier procedimiento (inhalación, ingestión, inyección...), actúa directamente sobre el sistema nervioso central (SNC) del individuo, ocasionando modificaciones en su estado psíquico, e incluso físico, que producen resultados ficticiamente placenteros.
Una de las características es la adicción que se desencadena tras su uso continuado. Se va produciendo de una forma paulatina y prácticamente inconsciente; primero se comienza con el uso de sustancias que no provocan dependencia física; posteriormente, llevados muchos por la necesidad, los adictos se ven incitados al consumo de drogas más potentes que consigan intensificar las sensaciones que provocan. De este modo la escalada en el consumo les conduce a drogas cada vez más fuertes hasta que el individuo se ve irremediablemente abocado hacia las que producen una gran dependencia, momento en el que se origina la auténtica adicción.
La toxicomanía se diferencia del hábito por el distinto grado de adicción (o dependencia) que tiene el toxicómano hacia la droga. Cuando estamos hablando de toxicomanía, estamos haciendo referencia a la existencia de una verdadera necesidad y de un deseo insuperable de seguir consumiéndola, que conduce al aumento progresivo de la dosis como consecuencia de un fenómeno denominado tolerancia que aparece tras un período determinado sin consumir la droga. La dependencia psíquica está caracterizada porque produce en el toxicómano que la padece un sentimiento de inquietud y un deseo de volver a consumir la droga que se la origina; la dependencia física es quizá más grave por cuanto que ocasiona trastornos fisiológicos en el organismo como náuseas, vómitos, angustia, terror... que se engloban bajo el término de síndrome de abstinencia.
De entre las drogas que tienen capacidad para producir adicción nos encontramos el cannabis, que la produce en consonancia con los rasgos de la personalidad del adicto, y que constituye la puerta de entrada al consumo de otras más peligrosas y potentes; la droga es capaz de ocasionar trastornos tales como dificultades en la atención y el rendimiento intelectual, apatía e inhibición, que son entre otros los responsables de muchos desajustes tanto personales como familiares y laborales. Por supuesto no quiero entrar en el debate de drogas duras y drogas blandas, clasificación para mí inexistente. Una persona que ha consumido experimental o incluso esporádicamente hachís no es un drogadicto. Pero también es cierto que no existe ningún drogadicto que no haya comenzado su escalada sin consumir previamente esta sustancia. Por otro lado, la tolerancia, según lo visto anteriormente, supone un peligro tal que en muchas ocasiones conduce a los toxicómanos a administrarse dosis mortales.
CONCEPTO EXTRAJURÍDICO DE DROGA
La Organización Mundial de la Salud ha formulado diversas definiciones de droga, no plenamente congruentes:
1.- Sustancias que por su consumición repetida provocan en el hombre un estado de intoxicación periódica perjudicial para él y para la sociedad (Informe 16 del Comité de Expertos en Farmacodependencia de la OMS) Destaca aquí “intoxicación periódica perjudicial”.
2.- Droga es toda sustancia o preparado medicamentoso o de acción estimulante, narcótico o alucinógeno.
3.- Se entiende por fármaco o droga, toda sustancia que introducida en un organismo vivo, puede modificar una o varias funciones de éste (Informe Técnico número 407/1969 Ginebra)
4.- Toda sustancia, natural o sintética, capaz de producir en dosis variables los fenómenos de dependencia psicológica o dependencia orgánica.
Existe una básica identidad entre el concepto de droga y el de medicamento.
-Son notas esenciales en ambos casos: la influencia que ejercen sobre el organismo, la modificación de su funcionamiento natural, ya sea afectando a la mente, al cuerpo o a ambos.
-Sólo podrá hablarse de droga ante aquella capaz de crear adicción o dependencia, ya sea física o psíquica.
-La peligrosidad o nocividad no va aparejada al concepto de droga, está más bien ligada al consumo excesivo o desproporcionado.
CONCEPTOS RELACIONADOS CON LAS DROGAS
Aficción: gusto hacia una sustancia y leve inclinación hacia su consumo.
Vicio: estado en que se halla la persona que depende por completo de una droga para alcanzar el bienestar físico o mental.
Deseo: inclinación por el consumo de una droga de menor intensidad que la dependencia y de mayor intensidad que la aficción.
Acostumbramiento: facultad que desarrolla el organismo para soportar dosis elevadas de una droga que, en situaciones normales, producirían graves trastornos e incluso la muerte.
Abuso: uso excesivo, persistente o esporádico, incompatible o sin relación con alguna práctica médica.
Alucinación: error mental en la percepción de los sentidos no fundado en una realidad objetiva.
Compulsión: irresistible necesidad de consumir una droga y de obtenerla por todos los medios a su alcance.
Taquilifaxia: es el efecto contrario a la tolerancia. Consiste en que tras el consumo continuo de una droga se alcanzan los mismos efectos con dosis menores (por ejemplo en casos de alcoholismo).
Hábito: estado de dependencia psicológica de una droga, de tal modo que puede asociarse mentalmente una situación de bienestar con el uso de una sustancia. Si se suprime el consumo puede advertirse en el sujeto señales de inquietud o de ansiedad.
Toxicomanía o adicción: irresistible necesidad de un consumo apremiante o la pérdida de libertad de un individuo respecto al tóxico que le domina.
Dependencia física: adaptación del cuerpo a la administración de una sustancia, de tal forma que si se interrumpe su ingestión se producen fuertes trastornos físicos, conocidos como síndrome de abstinencia.
Dependencia psíquica: estado en el que una sustancia produce una sensación de satisfacción y un impulso psíquico que exige la administración periódica o continuada de una sustancia (por ejemplo como ocurre con el tabaco).
Tolerancia: resistencia del organismo a los efectos de la droga que obliga a un consumo cada vez mayor.
Síndrome de abstinencia: conjunto de perturbaciones físicas y anímicas que resultan de la abstención tras un proceso de consumo continuo de algunas drogas.
La OMS distingue entre:
a) CONSUMO EXPERIMENTAL: probar una o más drogas que causan dependencia, una o varias veces, sin continuar en el consumo.
b) CONSUMO OCASIONAL: consumo que se realiza de forma intermitente, sin llegar a adquirir dependencia física o psíquica.
c) CONSUMO ESPORÁDICO: el que se hace con ocasión de una fiesta o reunión amistosa, que puede durar una o varias horas.
d) CONSUMO SISTEMÁTICO: es la forma de consumo propia del farmacodependiente o toxicómano.
Las tres primeras formas hacen que el individuo, al abusar, experimente una “intoxicación aguda”. El consumidor sistemático padece una “intoxicación crónica”.
Igualmente podemos establecer las siguientes vías para llegar a la toxicomanía:
a) YATRÓGENA: se alcanza el hábito después de un padecimiento de cierta enfermedad, en cuyo tratamiento se utilizaron analgésicos fuertes como opiáceos o morfínicos.
b) ACCIDENTAL: viene dada por la profesión o vida social que impulsa al individuo al alterne, consumo de alcohol, drogas, etc.
c) EVASIVA: por aventura, curiosidad, esnobismo o bien evadirse de algún problema afectivo, económico, etc.
LA CLASIFICACIÓN DE LAS DROGAS
Intentar clasificar todas las drogas es algo muy complejo, no sólo por la cantidad de sustancias clasificables sino porque las drogas deben contemplarse en unos casos, cuando se abusa de ellas, como un problema social, individual o colectivo, y en otros, cuando son utilizadas con fines terapéuticos.
Suelen hacerse tres clasificaciones tradicionales de las drogas:
A) POR SU ORIGEN: Las drogas se clasifican en naturales y no naturales.
· Naturales: Marihuana, opio, hoja de coca, etc.
· No naturales: producidas en laboratorios, a su vez se clasificadas en:
1 -Derivados naturales: Morfina, cocaína, etc.
2 –Derivados semisintéticos: Heroína, LSD, etc.
3 –Drogas sintéticas: Metadona, procaína, PCP, etc.
B) POR SUS EFECTOS MÉDICOS: Atendiendo a los efectos producidos por las drogas se pueden clasificar en cuatro grandes grupos:
ALUCINÓGENOS: Cannabis y derivados (THC), mescalina, psilocibina, LSD, PCP, DMP, y otros alucinógenos sintéticos.
ESTIMULANTES: Coca y su derivado cocaína, fármacos anfetamínicos y sintéticos afines a las anfetaminas.
DEPRIMENTES: Opio y sus derivados, opiáceos sintéticos, fármacos sedantes, hipnóticos y tranquilizantes.
INHALANTES- DELIRANTES: Disolventes, gasolinas, gomas y colas de pegar, etc.
C) PUNTO DE VISTA LEGAL: Desde este punto casi todas las drogas son legales. Unas como el tabaco y el alcohol, permitidas y aceptadas socialmente, son siempre legales; otras como la morfina, codeína, etc., son legales cuando cumplen los requisitos que las regulan; y otras pocas como el hachís y la heroína, por no tener ninguna aplicación terapéutica o haberse dejado de usar para fines médicos, se consideran ilegales.
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